BLOG MATI
 
           Comienzo este blog a la deriva, porque así me siento, sin embargo la brújula que me orienta en este momento, son las cosas que aprendí con Joaquín: “un sueño hecho realidad” y la nueva percepción del mundo sin su presencia física.
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UN  MEDICO  RURAL

Uno de los últimos trabajos hechos por Joaquín en el colegio  fue acerca del Dr. René Favaloro. Su vida y su  muerte le impactaron muchísimo. En esta ocasión deseo compartir un segmento de una de las tantas conferencias  de quien quería ser recordado como un médico rural. Nada más lejos de mi intención es hacer cualquier tipo de pretenciosa comparación  con esta sobresaliente persona, pero los pensamientos, la impronta, la ética, la solidaridad y en general la forma de vivir de mi hijo me hace sentir una fuerte vinculación entre ellos. A continuación transcribo algunas palabras del Dr. Favaloro.

Yo no concibo un universitario sin compromiso social, la humanidad vive un momento muy especial con todo esto del neoliberalismo, del consumismo, todo esto que nos venden por todos lados ya empieza a resquebrajarse porque realmente no es el futuro del mundo por lo menos así lo veo yo. Entonces  el universitario tiene que formarse agregándole toda esa formación social para que entienda que su tarea no termina en lo específico, hay un compromiso social para tratar que ese hombre que tuvo la suerte de llegar a la universidad, tuvo la suerte de llegar a una formación terciaria, contribuya a que la sociedad sea cada vez mejor, cada vez más solidaria  y cada vez más justa.

Eduardo Galeano  es un hombre excepcional que ha escrito libros trascendentes y que siempre ha estado comprometido con Latinoamérica. Este texto que redactó dice: vamos a suponer que el mundo que está patas para arriba y se pone sobre sus pies. Deliremos: el aire estará limpio de los venenos de las máquinas  y no tendrá más contaminación de la que emana de las humanas pasiones, la gente dejará de ser comprada por el supermercado, manejada por el automóvil, programada por la computadora, mirada por el televisor. Los economistas dejarán de llamar nivel de vida al nivel de consumo, los historiadores dejarán de creer que a los países les encanta ser invadidos, el mundo ya no estará en guerra contra los pobres sino contra la pobreza, nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión, la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla, la justicia y la libertad hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse pegaditas de espalda contra espalda.

Yo pido que todos sigamos soñado.

2 1º de Marzo de 2009


Un día especial

Como siempre unidos por nuestras almas dedico estos fragmentos a mi hijo, leal amigo e incondicional benefactor.
Como dijo Ismael Serrano “eres una pequeña gran superpotencia, por mirar mas allá del horizonte, por saber que existen zonas cero y por no quedarte inmóvil al borde camino”.

Con amor
Ma

2.1

 Interpreta siempre bien el papel que te han asignado

Somos los actores de una obra. La voluntad divina nos ha asignado papeles en la vida sin consultarnos nada.
Algunos de nosotros actuaremos en un drama breve; otros en uno largo. Puede que nos asignen el papel de pobre, de tullido, de distinguida celebridad, de dirigente o de ciudadano normal y corriente.
Aunque no podemos controlar el papel que se nos asigna, nuestro afán debe ser interpretar el papel asignado tan bien como sea posible y abstenernos de quejarnos del mismo.
Sea donde fuere en cualquier circunstancia, ofrece una actuación impecable.
Si tienes que leer, lee; si tienes que ser escritor, escribe.

Epicteto. Los discursos. 55 D.C.

2.2

El hombre rutinario

Los prejuicios son creencias anteriores a la observación; los juicios, exactos o erróneos, son consecutivos a ella. Todos los individuos poseen hábitos mentales; los conocimientos adquiridos facilitan los venideros y marcan su rumbo. En cierta medida nadie puede substraérseles. No son exclusivos de los hombres mediocres; pero en ellos representan siempre una pasiva obsecuencia al error ajeno. Los hábitos adquiridos por los hombres originales son genuinamente suyos, le son intrínsecos: constituyen su criterio cuando piensan y su carácter cuando actúan; son individuales e inconfundibles. Difieren substancialmente de la Rutina, que es colectiva y siempre perniciosa, extrínseca al individuo, común al rebaño: consiste en contagiarse los prejuicios que infestan la cabeza de los demás.

Hombres y sombras

Desprovistos de alas y de penacho, los caracteres mediocres son incapaces de volar hasta una cumbre o de batirse contra un rebaño. Su vida es perpetua complicidad con la ajena. Son hueste mercenaria del primer hombre firme que sepa uncirlos a su yugo. Atraviesan el mundo cuidando su sombra e ignorando su personalidad. Nunca llegan a individualizarse: ignoran el placer de exclamar «yo soy», frente a los demás. No existen solos. Su amorfa estructura los obliga a borrarse en una raza, en un pueblo, en un partido, en una secta, en una bandería: siempre a embadurnarse de otros. Apuntalan todas las doctrinas y prejuicios, consolidados a través de siglos.
Crecen porque saben adaptarse a la hipocresía social, como las lombrices a la entraña.

José Ingenieros. El hombre mediocre. 1917

2.3

La muerte no es lo contrario de la vida. La vida no tiene opuesto. Lo opuesto de la muerte es el nacimiento. La vida es eterna.

Eckahart Tolle. La nueva conciencia. 2000

2.4


Muere lentamente


Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito, repitiendo todos los días los mismos trayectos, quien no cambia de marca. No arriesga vestir un color nuevo y no le habla a quien no conoce.

Muere lentamente quien hace de la televisión su gurú.

Muere lentamente quien evita una pasión, quien prefiere el negro sobre blanco y los puntos sobre las “íes” a un remolino de emociones, justamente las que rescatan el brillo de los ojos, sonrisas de los bostezos, corazones a los tropiezos y sentimientos.

Muere lentamente quien no voltea la mesa cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien no se permite por lo menos una vez en la vida, huir de los consejos sensatos.

Muere lentamente quien no viaja, quien no lee, quien no oye música, quien no encuentra gracia en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar.

Muere lentamente, quien pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante.

Muere lentamente, quien abandona un proyecto antes de iniciarlo, no preguntando de un asunto que desconoce o no respondiendo cuando le indagan sobre algo que sabe.

Evitemos la muerte en suaves cuotas, recordando siempre que estar vivo exige un esfuerzo mucho mayor que el simple hecho de respirar…

Martha Madeiros