Joaquín admiraba a Ciruelo, no sólo como pintor sino como un ser particular, una de las tantas personas realmente especiales que él descubría.
Tuvimos la oportunidad de conocerlo y disfrutar una breve charla con él, irradia paz, armonía, serenidad, sencillez y aplomo. Como diría  Joaquín “un groso”. Compartimos su cuadro favorito: Hobsyllwin (La guardiana blanca).